La arrogancia y la ignorancia se juntan en tres personas, quien mucho enseña y poco aprende, quien habla de aquello que no conoce y quien no escucha más que su opinión.
Así mismo se unen en una ‘opinión ignorante’ o en una ‘ignorancia de las opiniones’, es decir, en algunos momentos, algunos musulmanes opinamos sin recurrir a las sentencias de la gente de conocimiento que nos ha precedido, si bien la intención es hacer un bien, la vergüenza del ‘no saber’, en ocasiones, nos lleva a responder eso que no sabemos y desviamos de la verdad a quien espera nuestra respuesta; en otras ocasiones enseñamos lo que no practicamos; pues no practicar lo que se enseña es como ignorarlo, bien sabemos que el camino al éxito es el conocimiento de la religión que se pone en práctica.
Ahora bien, ¿quién es más ignorante? aquel que dice “no sé” y pregunta a alguien de conocimiento en los asuntos de su vida o aquel que sigue sus pasiones, las costumbres de su pueblo o las innovaciones de los hombres y dice: “esto es permitido y aquello prohibido en el islam”. El conocimiento de la religión más que opinión es recepción, mas que costumbres es el camino de Dios y su Profeta, más que innovación es tradición, tradición que se renueva, así como las artes y las ciencias usan el número y las palabras, la creatividad y la inteligencia para crearle nuevos colores a la vida.
© Instituto Alif
quiera Allah abrir nuestras mentes hacia al conocimiento y la práctica de éste
El saber que necesitamos conocer es algo de quienes sienten que la naturaleza del hombre lo es todo.
Quise decir q la naturaleza del hombre no lo es todo.
La ignorancia se diluye leyendo o preguntando. Una persona contra más ansias de conocimiento tenga y más aprenda menos desconociendo tendrá de las cosas y por consiguiente pico ignorante será. Nadie en esta vida nace enseñado y día tras día se aprende algo nuevo.
Mi opinión: Todos poseémos diversos niveles de ignorancia, de distinta índole. Pocos pueden admitir su propio nivel de ignorancia y buscar ser más sabios. La soberbia, la arrogancia y la altanería, pueden llegar a convertirse rapidamente en prepotencia. Psicológicamente, los procesos de individuación y establecimiento del yo, en el niño, pueden derivar en trastornos del carácter, qué en la edad adulta, se manifiesten en un narcisísmo o un yo con mecanismos exacerbados, hasta llegar a ser neuróticos.